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lunes, 23 de marzo de 2020

La flor del Tajuña


La primera referencia de la aplicación práctica de la electricidad en España data del año 1852 en Barcelona.  Hasta entonces se utilizaba en iluminación el gas y las lamparas de aceite.

En seguida se extendió su aplicación, pero en esos momentos, la electricidad era generada en forma de corriente continua y no era posible su transporte a largas distancias, por lo que su desarrollo se veía limitado a emplazamientos de las centrales próximas a los centros de consumo, normalmente a industrias o municipios.

Sin embargo, con la aparición de la corriente eléctrica alterna, a principios del siglo XX, se abrió la posibilidad de transportar electricidad a gran distancia y, por tanto, de llevar a cabo un desarrollo a gran escala de las centrales hidroeléctricas.

Fueron muchos los emprendedores que probaron a generar electricidad y en nuestra zona fueron dos vecinos de Pezuela de las Torres D. Gumersindo Bachiller y D. Salvador Catalán.  En 1913 obtuvieron licencia para desplegar su proyecto y distribuir electricidad a varios de los pueblos de la zona, entre ellos Corpa


Llamaron a su empresa La Flor del Tajuña, y generaban electricidad utilizando un generador impulsado por el agua del rio Tajuña.  Sus instalaciones fueron similares a las visualizadas en la imagen de cabecera.

La distribución se llevó a cabo siguiendo las pocas normativas existentes y con el despliegue de postes entre la central hidroeléctrica y los distintos pueblos.


Poco después la electricidad llegó a Corpa.  Por Corpa la iluminación a gas ni llegó y se seguía manteniendo la iluminación con lamparas de aceite.  Para los más jóvenes, tened en cuenta que hasta entonces en las ciudades existía una profesión a día de hoy extinguida: el farolero.


En Corpa se colocó un transformador en lo que ahora sería la parte de atrás de las casas de Juanjo y Cesar García Hoyos. Y desde ahí se distribuyeron dos o tres puntos a lo largo de la calle Mayor para tener iluminado el pueblo.  Se utilizaron unas farolas con una especie de platillo encima que han permanecido hasta los años 60. También se dio acceso a algunas viviendas. En la imagen se puede observar una farola original que se mantiene viva hoy en día en el corral de Jesús de las Heras.

Foto Jesús de las Heras

Evidentemente la electricidad solamente era utilizada para iluminación.  La 'luz' venía en serie, no había llaves de encendido y apagado, se recibía por la tarde y cortaba de madrugada.  Se tenía una o a lo sumo dos bombillas Edison por casa que contrataba.

Aunque la luz no era ni con mucho tan brillante como ahora, los vecinos que tenían el servicio tapaban las bombillas enrollándolas con papel de estraza de la carnicería para que no molestase alcanzada la noche.  Imaginad una habitación con cocina de leña y carbón, dónde existen lamparas de aceite para moverse por la casa y una única bombilla iluminando la estancia.  Esa sería una vivienda de lujo en aquella época.  Quizá la siguiente imagen nos ayude a poner en contexto.


La electricidad cada vez fue más accesible a la vez que demandada y además la infraestructura requería de mantenimiento.  Durante los años de la guerra civil y los primeros años de la posguerra se produjo un estancamiento de la capacidad de producción. Además, la sequía de 1944-1945 impidió atender una demanda creciente.  Eso hizo que La Flor del Tajuña no pudiera mantenerse viva.

Por cierto, el mantenimiento de la infraestructura en Corpa siempre se llevó a cabo por algún vecino del pueblo.  Y pudiendo ser alguno más, al menos yo tengo referencia de ejercer de electricistas a Eugenio Seiz, Florentin de las Heras y Barriales.

En el año 58 la electricidad ya vino de Villalbilla con la empresa Unidad Eléctrica S.A. (UNESA lo que a día de hoy sería Unión Fenosa) y entonces fue cuando se ubicó el transformador que aún tenemos en el pueblo en el cruce de la Calle del Agua con la calle Príncipe Felipe. En esos momentos el mantenimiento ya vino por parte de la empresa teniendo como encargado en Corpa a un tal Manzaneque.

La estructura de generación se modificó sustancialmente: a nivel nacional la producción hidroeléctrica pasó de suponer un 84% de la producción en 1960 a un 50% en 1970. También se incrementó sustancialmente la producción con fuel-oil en un contexto de bajos precios del petróleo. Además, en el año 1968 se incorporó la primera central nuclear en Zorita de los Canes (Guadalajara).

Desde entonces la demanda de electricidad no ha hecho más que crecer, sus precios se han disparado, la infraestructura de transporte se ha incrementado y se han incorporado en la generación distintas energías renovables con mayor o menor éxito.  Existe una preocupación contenida por el cambio climático.

En Corpa y en la zona estaremos atentos para ver como progresan los proyectos planteados recientemente de huertos solares.

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