¡Viva Corpa que es mi pueblo! ¡Vivan las chicas de allí! Y a quién no le guste Corpa, la puerta está por allí


miércoles, 1 de abril de 2020

Las fábricas y los oficios de antaño

Foto Victor García

Entre el siglo XVI y XVIII se establecen en Corpa distintos oficios a partir de las necesidades que en la comarca y en el propio pueblo se presentan.  Así conocemos la existencia de distintas fábricas dónde se procesan materias primas autóctonas que quedan disponibles para la venta y consumo.  Gracias, entre otros, al catastro del marqués de Ensenada de 1749 conocemos la existencia de lo que os relato a continuación.

Había dos molinos de aceite.  Uno de ellos conocido por todos ubicado junto a la fuente grande.  Estaba arrendado y gestionado por el Concejo y en el se procesaba la oliva de los vecinos que las acercasen. También había un segundo molino propiedad de Doña Manuela de Guerrero, vecina de Madrid, que lo tenía en su casa y lo utilizaba únicamente para procesar su propia cosecha.

Los molinos existentes en Corpa eran de tipo muela olearia, Se componen de una base pétrea de forma circular, en cuyo centro se levanta un eje o árbol vertical al que se acopla otro eje horizontal que soportan una o dos muelas cilíndricas atravesadas por su centro, construidas en piedra (granito, basalto, etc.).


También existían dos molinos de zumaques.  El zumaque es un arbusto considerado a día de hoy una planta medicinal e incluso lo han llamado recientemente el superalimento por sus claros beneficios para la salud.  Sin embargo en la antigüedad se utilizaba para curtir pieles dada su alta cantidad de tanino.

La planta se cortaba con un garillo a ras de tierra, reuniéndose en pequeños haces que se transportaban en carro a la era.  Allí se colocaban sobre la superficie y una persona picaba los haces lo más fino posible.

Posteriormente se tendían en la era para que se secaran bien y poder trillarlos, formándose una parva que, recogida en talegas, se bajaba a una de los dos molinos existentes para convertirlo en harina.

En Corpa existe el paraje de los Zumaques dónde se observan alguno de estos arbustos, cerca de la fuente de la Tejera, que como comentábamos ya en su día, su nombre original era la de Tenería.
Dicha fuente era conocida por sus propiedades curativas, precisamente por la existencia de zumaques en su alrededor que desprendían el susodicho tanino.  Si pasáis por allí podréis observar que alrededor de los juncos se forma una capa dura blanquecina.  Es precisamente por esto, por acumulación de tanino.  Aviso de antemano que el tanino a partir de cierta cantidad puede ser tóxico, es excesivamente astringente y antidiarreico (similar al popular trampaculos)

Uno de estos molinos de zumaques pertenecía a Gabriel Lozano y el otro al Señor de la villa y marqués de Mondejar.

Pertenecía también a este último la Tenería, que en Corpa servia para curtir suela y cordobán.  Es decir que se utilizaba sobre todo para hacer calzado a partir de piel curtida de ternero o becerro.  En el mismo recinto se encontraba el molino de zumaque anteriormente citado.

Teníamos también una fábrica de cal, cuyo calero era Dionisio Barranco quien la creaba, vendía y porteaba y por ello tenia cuatro pollinos que le ayudaban en el porte.


La villa era poseedora de una bodega de doscientas cincuenta arrobas de belezos.  El tipo de terreno en Corpa es propicio para buena cosecha de uva y para la fabricación de buen vino “tal es el sabor del vino, qual de la tierra donde está la viña”, ya hablamos de ello en anterior publicación.


Notese la inexistencia de barricas y de ahí que se utilice el término belezos (que son, entre otros enseres, los recipientes para el vino, como botas, calabazas, cubas, cueros, pellejos, tinancos y tinas).  Me viene de nuevo a la memoria Don Quijote y su aventura de los cueros de vino


También poseía una fragua en la que trabajaban cuatro herreros, Miguel Saiz, Eusebio Saiz, Manuel Saiz y Alfonso Valencia.

Me llamó la atención que no hubiera molino de harina. Tampoco pescadería ni taberna (esto último no es de ahora jejeje).  Por supuesto no había "mercader alguno de plata, sedas, ropas, especería, ni otra mercancía".

En cuanto a oficios en esa fecha aparecían los siguientes:
  • Escribano: Francisco de Hita
  • Sacristán, maestro y notario: Baltasar Moraga
  • Panaderos: Gaspar Gomez Beltrán, Roque del Olmo, Ventura Serrano y Jose de Eusebio
  • Carnicero: Bernardo Aragonés
  • Arrieros: Manuel Lozano (con dos mulas) e Ignacio Sebastián (con dos mulos)
  • Carretero: Vicente Sebastián
  • Tejedor: Francisco González
  • Maestros de albañilería: Manuel y Julián Gómez
  • 34 labradores
  • 3 pastores propios y 13 sirvientes
  • 29 jornaleros

Como dato curioso existía quien regía y componía el reloj existente en el Concejo.  Es decir que había uno que cobraba al Ayuntamiento por poner el reloj en hora.



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